Acepté las disposiciones del gobierno, en la que todo el personal médico apoye en las labores de contingencia contra la pandemia del COVID-19, medida que obliga a que los médicos que no sean clínicos o de áreas críticas, cualquiera sea su especialidad, tengan que realizar horas de trabajo ya sea en hospitalización (pasando visita médica) o en triaje COVID.
Se apela a nuestro juramento hipocrático, “No llevar otro propósito que el bien y la salud de los enfermos”, y se espera que cumplamos con nuestra labor que por voluntad propia elegimos, aunque nunca hubiésemos esperado llegar a estas circunstancias, pero como la mayoría de profesionales médicos, la desempañamos con orgullo y con amor.
Durante mi labor de triaje me llamó la atención, la falta de consciencia de muchas personas, también profesionales y de otras áreas. Por ejemplo: el hecho de transitar por espacios en teoría de estricto control frente a las medidas de seguridad, donde la mayoría de pacientes son casi todos sintomáticos respiratorios, con dificultad respiratoria, accesos de tos muy intensa, o ansiosos al llegar a un hospital para que le brinden un tratamiento que alivie en algún grado sus molestias o en el mejor de los casos, lo cure de tan penosa enfermedad. El hecho de apreciar que transitan solo con una mascarilla de tela, hablando por el celular y sin ninguna otra medida de protección, exponiendo sus vidas y de las de sus seres queridos; me preocupa demasiado y a su vez me hace reflexionar, que es por falta de conocimiento o de consciencia ante esta realidad.
Caso muy particular que merece suma atención es la del personal de limpieza, cuya labor no es reconocida, y que comienza con el recojo de residuos, utilizando una escoba de material sintético. Observé que cuando estábamos dos médicos y dos pacientes en un ambiente cerrado, o mejor dicho en una carpa habilitada como consultorio improvisado, se comenzó a barrer. Me pregunté: sí ese polvo que se levanta producto de la acción mecánica de la señora de limpieza, no dispersaba partículas conteniendo el virus recientemente depositado por todos los accesos de tos de los pacientes o por ser transportados por la suela de sus calzados. ¿Qué debemos hacer? En definitiva, nos falta más educación.
No quiero dejar pasar la oportunidad de mencionar, que si bien es cierto, realizamos la labor de triaje impuesta por nuestras autoridades, la realizamos los colegas de neurocirugía y yo, con equipos de protección que adquirimos nosotros mismos. Aquellos equipos que brinda nuestra institución son muy precarios y la verdad, no creo que nos protejan adecuadamente. Confiando en no caer en la desgracia de contagiarnos, ni a nuestras familias, ni seres queridos, esperamos que nuestros pacientes, quienes necesitan ver que sus enfermedades no progresan más, y que siendo nosotros el único centro de referencia nacional en el MINSA, para resolver patología vascular cerebral, estemos presentes pudiéndoles brindar una oportunidad para mejorar su calidad de vida o incluso para salvarlas. Mientras tanto seguimos haciendo triaje respiratorio, contribuyendo con nuestra institución y tratando de evitar el contagio.
Henry Pacheco Fernández Baca
Médico Neurocirujano Unidad de Neurointervencionismo
Hospital Nacional Daniel Alcides Carrión

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