Los pieles rojas de Paramonga, representan una metáfora etno musical dancística, ritual y mística que vincula a la cultura de los nativos de norte y sur de América. Existen una simbología y parafernalia vinculada a cada una de estas culturas, entre ellas el cóndor y el águila como íconos representativos (ver himnos y canciones).
En el imaginario de sus protagonistas, existe un elemento subyacente homogéneo de unir a la América nativa e indígena protagonistas de una historia común, víctimas de guerras de conquistas, etnocidios, persecución de sus sacerdotes y depredación ecológica, que inspiró en esta danza vinculada a las festividades mágicos religiosas del catolicismo, como las fiestas del señor de la Soledad y la virgen de las Mercedes, que se celebran en Paramonga entre los meses de mayo y setiembre respectivamente.

Desde la visión antropológica, se evidencia una fusión que mezcla memoria, tradición y exigencia, como que si la profecía del cóndor y el águila reclamara una vigencia cultural de afirmación étnica de convivencia multicultural.
Los orígenes de esta danza están estrictamente vinculados con el proceso migratorio de pobladores del norte del Perú que llegaron a Paramonga entre los años 40, 50 y 60 en el siglo anterior. Paramonga era un enclave azucarero de propiedad de la empresa Grace, que ofrecía empleo en las fábricas y el campo de cultivo de cañaverales. Desde esos años en su gestación cultural, Paramonga se convirtió en un fértil escenario de expresiones artísticas en la música y la danza, dentro de lo cual las relaciones hacendatarias con la presencia de los “dueños gringos” norteamericanos y sus referentes: símbolos, argumentos y personajes de los medios de comunicación de esa época, en este caso lo mas relevante el cine, con las películas de vaqueros, western y cowboys fueron complementando el cuerpo cultural de la danza Los Pieles Rojas de Paramonga.
Arturo Vergara
Historiador

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