A propósito del Dìa de la Juventud, el 23 de setiembre, que coincide con el inicio de la estación de la primavera, es bueno resaltar que se trata de una etapa importante en el desarrollo del ser humano, pues va de los 15 a los 25 años, edad en que despertamos a la vida llenos de energía, proyectos y optimismo. Precisamente, Rubén Darío, el gran poeta nicaragüense, decía que la juventud era un “divino tesoro”.
Aunque para muchos las comparaciones resultan odiosas, creo que es oportuno destacar algunos aspectos que diferencian a la juventud de los 50 y 60 de la juventud actual. Los jòvenes de ayer éranos más tímidos, menos osados, obedecíamos a lo que la mamá o el papà nos decían. Los jóvenes de ahora no hacen caso aunque se lo repitan varias veces. Al final, los padres se acaban cansando y les dejan hacer todo lo que quieran.
En estos tiempos, el uso de la tecnología se ha extendido en nuestro diario vivir. Si antes las personas íbamos a la biblioteca, para poder encontrar la información que necesitábamos, ahora, entran a Internet, en forma continua y a veces excesiva. Antes, se conversaba y se interactuaba, ahora cada quien permanece con su celular, audífonos, o Tablet, asì sea la hora del desayuno, almuerzo o cena, en la calle y en lo buses del transporte público de pasajeros.
Todos coinciden en que los jóvenes representan el futuro de la humanidad, Sin embargo, es bueno señalar que, para que ellos puedan realizar todos sus anhelos se enfrentan a grandes desafíos y retos, como estudiar y preparase para la vida, por lo tanto, debemos prestarles atención y escucharlos porque tienen mucho por decir y aportar.
Sin embargo, estamos en un momento de crisis mundial donde el mayor desafío es el desempleo, lo cual se agrava cuando en países como el nuestro, donde hay serias deficiencias en la educación, muchos de los jóvenes terminan la secundaria cada año, pero, no todos, particularmente los de bajos recursos, pueden acceder a una educación universitaria, y terminan insertándose en el empleo informal.
Definitivamente, los jóvenes de los años 50 y 60 hemos sido partícipes de la buena música (los Beatles, los Rolling Stone, la nueva ola, los boleros, los vals) , tuvimos un gran protagonismo y nos identificamos con los deseos de transformación social; los universitarios y obreros compartíamos lo ideales de transformación y el cambio; nos manifestábamos con un tono crítico frente a la coyuntura. Ahora vemos a muchos jóvenes involucrados en el consumo de drogas, que prefieren el rap, el reguetón – y hasta bailan sobre las tumbas de sus muertos- , desafían el peligro del contagio frente al coronavirus, no respetan casi a nadie, menos a la autoridad, y han perdido la capacidad de indignación y protesta frente a hechos escandalosos de la vida social y política, mostrándose indiferentes, como si no les importara nada, lo cual es muy lamentable. Me pregunto: estamos frente a una generación perdida

Opmerkingen