Desde marzo del 2018 hasta ahora, el gobierno de Martín Vizcarra, con sus promesas incumplidas y cifras mentirosas, ha sido incapaz de controlar la pandemia el coronavirus, con el agravante de que ha destrozado la economía, deja una abultada deuda, millones de peruanos sin empleo y/o subempleados, pero aprovechó su último Mensaje a la Nación para convocar a un denominado “Pacto Perú”, que no es sino, una estrategia para involucrar a todas las fuerzas políticas en su nefasta gestión.
El pacto político al que aspira Vizcarra -no hay que ser ingenuos- tiene el propósito de utilizar a los partidos y organizaciones políticas, para manipular el escenario electoral del 2021 en favor de incondicionales personajes como Salvador Del Solar, George Forsyth y Daniel Urresti, quienes de llegar al poder le cubrirán las espaldas al igual que a Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski.
Los peruanos somos testigos de que en los últimos años las contrataciones dl Estado han servido para enriquecer a los corruptos al más alto nivel; el ejemplo más claro es el de las empresas brasileñas Odebrecht, OAS, y sus consorciadas en el Perú como Graña y Montero, y el Club de la construcción. Y lo más reciente, en plena emergencia sanitaria por el coronavirus, hemos visto como se malgasta el dinero para favorecer a proveedores cuestionados y familiares.
Hasta ahora no pasa nada con las compras de canastas de víveres para ser entregadas a las familias más necesitadas y que terminaron en manos de miles de burócratas que ganan màs de 3 mil soles mensuales; tampoco pasa nada con la compra de las pruebas para diagnosticar el coronavirus, la frustrada compra de las tabletas por parte del ministerio de Educación, menos con los contratos a favor de amigos y familiares del presidente del República, y de la propia ministra de Economìa, María Antonieta Alva.
Lamentablemente, más allá de los anuncios del gobierno en este último tramo que le queda de dar más bonos a la población vulnerable y ejecutar a través de otros gobiernos algunas grandes obras, no existe una voluntad de convocar al empresariado nacional y de promover la inversión privada para generar crecimiento y reducir la pobreza.
Mucho cuidado también con la recientemente designada Comisión especial del Congreso de la República encargada de la selección de magistrados del Tribunal Constitucional; esperemos que elija a magistrados honestos, decentes, y no “dóciles”, “amigos” o caviares al mismo estilo de lo que es la Junta Nacional de Justicia, a todas luces al servicio del régimen de turno.
En resumen, un Ejecutivo debilitado por la realidad y un Congreso de la República lleno de improvisados y muchos ganapanes, podrían llevarnos en el 2021 a opciones populistas, radicales, que echarían por la borda los avances logrados en los últimos 30 años. Frente a este sombrío panorama y pensando en el futuro sólo cabe preguntarnos, al mismo estilo del Chapulín colorado”: “Y AHORA QUIÈN PODRÀ SALVARNOS”.
Juan Miguel Soto Villoslada
Sociólogo - Periodista

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